
Frei Joseph Chalmers O .Carm.
San Juan de la Cruz dice que la contemplación inicia cuando Dios empieza a llevar a las personas a una noche oscura (Noche Oscura 1,1) Indudablemente es una realidad muy compleja. La noche oscura es exactamente preparada para la persona que está experimentando esta realidad porque es una manera de purificación para aquel individuo. La noche oscura no es un castigo; al contrario, es un momento de gracia. Es un efecto de la proximidad de Dios. Al inicio, la madera que se pone en el fuego, da humo negro antes de hacerse una unidad con el fuego (Llama de Amor Viva,1,15-21).
Santa Teresa y San Juan están de acuerdo que el centro del alma es Dios y el viaje espiritual de cada cristiano es volver a ese centro. Dios es completamente libre y puede dar sus favores a quien y cuando Él piensa. Pero el proceso normal es entrar gradualmente en una relación personal con Dios y crecer en esa. Hemos hablado del ejemplo del desarrollo de relaciones humanas – inicialmente hay el primer conocimiento, la afabilidad, la amistad y finalmente la intimidad. Hay momentos altos y bajos en cualquier relación humana y muchas relaciones no llegan a desarrollarse por muchos motivos. Y así sucede en la relación con Dios.
Pero en la relación con Dios hay una diferencia crucial. Siempre Dios tendrá la iniciativa. Él no quiere simplemente ser nuestro amigo íntimo, sino que desea sanarnos de todo lo que nos impide llegar a ser lo que podemos ser. Por ese motivo, Dios nos sigue y toca lo que necesita ser sanado. Tenemos que estar listos para escuchar y aceptar lo que Dios nos revela sobre nosotros mismos. Este remedio que implica el proceso de purificación es la noche oscura. No hay dos relaciones personales que sean exactamente iguales y no hay una fórmula exacta que seguir en la relación con Dios.
El riesgo de la vida humana es un proceso de crecimiento en el amor, pero una parte indispensable de este proceso es la purificación del corazón. Sin aguardar la dolorosa purificación del corazón, no podemos amar en verdad. Muchas veces, lo que parece amor es simplemente egoísmo. La purificación es dolorosa porque en este proceso, todas nuestras pretensiones e ilusiones tienen que caer. Necesitamos entender en lo más profundo de nuestro ser que solamente la pura gracia de Dios es la que nos sostiene. Es muy fácil decir, pero otra cosa es entender esa realidad profundamente. Antes de entender necesitamos pasar por la noche oscura.
La contemplación es la última y más importante parte del proceso de purificación del corazón humano. Por medio de la contemplación llegamos al punto de ver todo como Dios ve y amar como Dios ama. Pero para llegar a la purificación total de nuestro ser tenemos que viajar bastante.
La noche oscura nos da el conocimiento de quiénes somos y de cómo estamos apegados a nuestras propias ideas para llegar a la felicidad. La noche oscura es una parte muy importante del proceso de transformación porque nos hace entender cómo nuestros planes e ideas en vez de dirigirnos hacia la felicidad; están dirigiéndonos hacia la miseria. Hay tinieblas porque no hemos dejado nuestras propias ideas para llegar a la felicidad y no hemos recibido aún la plenitud y la verdadera alegría del Señor. Este es un inicio para esperar en la oscuridad a Dios que es siempre fiel a su promesa. La tiniebla se hace más intensa cuando el amor de Dios llega a la parte más íntima de nuestra alma, pero cuanto más oscura es la noche más cerca está el alba. La noche oscura no es un castigo, sino una señal del amor de Dios y una garantía que el Señor nos está haciendo libres para vivir una vida llena. la noche oscura es un pasaje esencial en nuestro viaje hacia la libertad. Es importante colaborar con Dios por medio de la fe y un amor silencioso.
Podemos hacer algo para preparar el suelo del corazón para recibir a Dios cuando y como quiera venir. La primera cosa es la ascesis. Esta palabra tiene una larga historia y quizá esta palabra no suene bien en nuestros oídos por causa de algunas experiencias en el pasado. El tipo de ascesis que estoy sugiriendo es muy duro, pero no tiene que ver con vigilias de oración o penitencias insólitas. Santa Teresita decía que no responder a la palabra dura con palabras duras es mejor que penitencias largas.
Una verdadera ascesis cristiana nos ayuda a crecer en el amor y a perder las ilusiones sobre nuestra propia bondad. La tentativa de amar en cada situación y de ser humildes que significa simplemente aceptar la verdad sobre nosotros mismos; producirá mucho fruto. El ayuno de la palabra dura es mucho más útil que el ayuno del alimento.
EL EGO FALSO
En este proceso de la noche, el ego falso, empieza a desmantelarse si la persona consiente. De esta manera entramos en contacto con nuestro verdadero centro que es Dios . El ego falso es un concepto moderno para explicar lo que escribió San Pablo sobre el hombre viejo o el hombre carnal. El ego falso es la cáscara que construimos alrededor de nosotros para protegernos de peligros verdaderos o que solamente están en nuestra cabeza ya sean físicos o emocionales. Nacemos con necesidades instintivas de amar, de buscar seguridad y de dominar la propia vida. Estas son buenas y naturales, pero muy fácilmente perdemos el control y construimos un ego falso que nos asegura que solamente en la satisfacción de todas nuestras necesidades hay la felicidad.
Cuando una persona en su niñez no recibió un mínimo de amor y no sintió un mínimo de seguridad o dominio de su propia vida, el ego falso será muy fuerte y muy difícil de desmantelar. Somos creados con la capacidad para Dios y sólo Dios puede satisfacer la sed de nuestros necesidades infinitas; el ego falso busca una satisfacción ilusoria.
Entramos en la Familia Carmelitana con nuestra cáscara bien construida. Cuando Jesús habla de la necesidad de perder la vida para encontrarla; está hablando de esa vida falsa que necesitamos dejar para recibir la vida en abundancia de Dios. Hay muchos motivos para entrar en la Familia Carmelitana y el discernimiento es importante, pero nadie al inicio tiene motivos completamente puros; con los años y la madurez, las intenciones iniciales salen gradualmente purificadas. Lo que es verdaderamente importante no es la motivación inicial sino la motivación siempre renovada que nos da la fuerza de permanecer fieles a nuestro compromiso.
La Regla habla del desierto que es el lugar de batalla. O entramos en este proceso de purificación y luchamos contra el ego falso o buscamos refugio en un mundo ilusorio. El Ego falso puede acomodarse a cualquier estilo de vida y encuentra gusto en las cosas externas de la religión. Hay muchas maneras de escapar de este proceso de purificación. Kevin habló de la persona que puede aparecer muy humilde, muy santo, pero con motivaciones deformadas.
Una gran parte del proceso de purificación y transformación está en medio de los eventos normales de la vida. Se puede tener una oración que parece muy alta, pero si la persona no está creciendo en las virtudes normales de la vida cristiana, la oración no es tan alta. Sólo el amor es la prueba verdadera de la vida espiritual. Y el amor necesita purificación constante para que sea puro y no una máscara para el egoísmo.
Tenemos que responder al acercamiento de Dios, consintiendo su presencia y su acción en nosotros; nuestra oración, cualquiera que sea el método, tiene que ser una apertura a Dios y un deseo ardiente que su voluntad sea cumplida en nosotros y por medio de nosotros. Las experiencias durante la oración no son las cosas más importantes y es posible que no tengamos memoria de ninguna de esas experiencias. Lo que hacemos y cómo reaccionamos en los hechos concretos de cada día, nos dirá mucho más sobre nuestra relación con Dios; que los sentimientos particulares que nos broten durante la oración.
LA LUCHA
Si no comprendemos la necesidad de luchar contra el ego falso, pienso que no será posible el crecimiento porque no hemos aceptado la necesidad de una conversión de todo nuestro ser. El ego falso no tiene ningún problema para actuar llevando incluso un habito religioso o un escapulario, etc. Porque estas cosas no nos tocan en lo profundo necesariamente. Se puede vivir una vida egoísta a pesar de las apariencias o palabras bonitas que se usa.
¿Cómo se puede luchar contra el ego falso? El punto más importante es reconocer cuándo este ego falso está fuerte. Por ese motivo, Santa Teresa de Jesús dice que las primeras moradas son del autoconocimiento. Dice que el autoconocimiento tiene que acompañarnos durante todo el viaje espiritual. Sin el conocimiento propio no existe una humildad y sin la humildad, el Señor no construye muy alto. No tenemos que pensar demasiado pronto que ya nos conocemos; no es fácil conocer a sí mismo y nuestro ego falso lucha ferozmente contra el auto conocimiento, porque el ego falso prospera en un ambiente ilusorio.
Podemos hacer fácilmente un examen de conciencia y reconocer algunas pequeñas faltas, pero habitualmente no nos preguntamos por qué hacemos estas cosas, es decir no reconocemos nuestros motivos. Es fácil ocultar nuestros motivos en un atmósfera de activismo.
Me parece que el primer paso para conocerse mejor es preguntarse “¿por qué?” ¿por qué estoy siempre duro con esa persona? ¿por qué no veo aquella persona con simpatía? Pienso que la computadora nos puede enseñar mucho. En una computadora hay diversos programas con los que se pueden escribir cartas y charlas; jugar a la baraja o contactar por medio del Internet con personas que están muy lejos. Cuando se quiere hacer estas cosas se pide a la computadora que inicie un programa; y, se hace esto apretando un icono de la computadora. Apretar una letra inicia diversos mensajes dentro de la computadora y pronto el programa que queremos empieza. Dentro de nosotros hay diversos programas: El enojo, la ironía, la auto defensa, las lágrimas, etc. No necesito explicar cómo se forman estos programas dentro de nosotros, pero algunos son más usados que otros y esto depende de la personalidad individual.
Normalmente algo o alguien aprieta el punto que empieza un programa dentro de mi. Muchas veces decimos: “ella me hace enojar,” etc. Nada y nadie puede hacerme enojar u obligarme a tener una reacción. Una persona puede hacer algo o una situación puede tener para mi un significado particular y como reacción empiezan en mí emociones fuertes, pero el problema está en mí y no en la otra persona o situación, yo no puedo cambiar a la otra persona; es bastante difícil cambiar mi propio corazón.
Si quiero crecer como persona humana y responder a la gracia de Dios que está siempre presente tengo que preguntarme ¿por qué me enojo en esta situación o con cualquier persona y por qué no puedo aceptar a esta persona como es? El objetivo es hacernos conscientes de lo que está pasando en nuestra vidas. Cuando estoy consiente de lo que hago; hay menor posibilidad de pisar los derechos o sentimientos de los demás. Es importante vivir en el presente y si estamos verdaderamente en el presente; estaremos conscientes de lo que estamos haciendo.
El próximo paso es buscar vivir siempre en la presencia de Dios. Si estamos conscientes de lo que estamos haciendo este paso es más fácil. Si no nos avergonzamos de hacer algo o decir algo en la presencia de Dios; o si somos encarcelados de un gran engaño o si nuestras acciones son según la voluntad de Dios. Tenemos que recordar que el ego falso llevará muchos motivos para asegurarnos que tenemos razón y no necesitamos mudar nada en nuestras vidas. Para el viaje espiritual, la honradez es indispensable.
Por supuesto la oración es otra arma en la lucha contra el ego falso para que el ego verdadero pueda nacer. El ego verdadero está creado a imagen de Cristo. Hay diversos métodos de oración y antes hemos hablado de alguno, pero cada verdadera oración es una apertura a Dios. Santa Teresa descubrió la oración mental como una conversación íntima con El que sabemos que nos ama. Pero a veces lo que hacemos es tener un método para defendernos de Dios, no escuchar su voz y para continuar sintiéndonos bien. Por ejemplo, la oración del fariseo en el templo, “Gracias, Señor, porque no soy como los demás.” Es posible decir lo que queremos a Dios y basta; no queremos verdaderamente escuchar.
Es bueno hablar con Dios, es bueno tener pensamientos santos, pero estas palabras y estos pensamientos son nuestros. Es posible que sea ilusión; es decir, podemos convencernos que somos espirituales porque las palabras o meditaciones son santas. Santa Teresa escribió, “Cuando veo a las almas todas concentradas en qué tipo de oración tienen y así concentradas cuando están en esta oración que no quieren hacer el más pequeño movimiento por miedo de perder aquel poquito de gusto y devoción que sienten, me persuado que no conocen el camino de la unión ” (Las Moradas 5,3,11). ¿Qué significa? Hay una manera sola para juzgar la oración. Sólo si la oración está cambiando nuestra vida es una verdadera apertura a Dios. ¿Nuestra oración está ayudándonos o tratar mejor a nuestros vecinos?




